miércoles, 20 de junio de 2012

ORIGEN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO


ORIGEN DEL PENSAMIENTO CRÍTICO


Uno de los tres objetivos de la educación básica es desarrollar capacidades, valores y actitudes que permitan al educando aprender a lo largo de toda su vida y, precisamente, una de las capacidades superiores más importantes que contribuyen con dicho objetivo es el pensamiento crítico.

Sus orígenes se remontan a la época griega y se le relaciona con el filósofo Sócrates, el término hoy en día es definido de diferentes maneras. Lo más provechoso del pensamiento crítico no es su concepción, sino lo que este como herramienta ayuda a lograr con los alumnos. La promoción del nivel de pensamiento crítico en los alumnos va más allá del simple manejo y procesamiento de información, porque incentiva al alumno a construir su propio conocimiento y porque está orientado hacia el logro de una comprensión profunda y a su vez significativa del contenido de aprendizaje, incide de manera positiva en el manejo de una serie de capacidades subordinadas y, sobre todo, porque desalienta el tipo de aprendizaje en el que el alumno es un elemento pasivo.


Uno de los primeros filósofos en usar la expresión "Critical Thinking" como título de un libro de lógica fue Max Black (1946). Otros autores prefirieron títulos como "El arte de razonar", "Lógica práctica", "Lógica aplicada" y muchos otros títulos, pero sobre todo usaron la expresión "lógica informal". Así, en 1978 surgió en Canadá la Informal Logic Newsletter, cuyos editores fueron J. Anthony Blair y Ralph H. Johnson. En el primer número caracterizaban la lógica informal, por vía negativa, como "todo lo que no puede aparecer en las páginas de The Journal of Symbolic Logic" y, por vía positiva, como "toda una gama de cuestiones teóricas y prácticas que surgen al examinar de cerca, y desde un punto de vista normativo, los razonamientos cotidianos de la gente".

Otras nociones estrechamente ligadas a esta corriente son las de argumento o argumentación, y la de retórica (esta última de alcurnia aristotélica). En esta dirección fueron precursores e iniciadores notables S. E. Toulmin con The Uses of Argument (1958), así como L. Olbrechts-Tyteka y Chaim Perelman con The New Rhetoric (originalmente en francés). Este último desarrolló en 1978 un método para analizar argumentos. A grandes rasgos, la argumentación es caracterizada por algunos autores como el dar razones a favor de una afirmación.

El pensamiento crítico como ya se mencionó anteriormente, tiene sus orígenes en la filosofía antigua y en disciplinas de fundamentación como la lógica, la retórica y la dialéctica. El interés de estas áreas surge por el rol fundamental que se le asigna al individuo y a su capacidad de “racionalidad” En la psicología este proceso toma gran importancia desde los trabajos realizados por Wundt, quien buscó conocer los procesos cognitivos implicados en el pensamiento y razonamiento. Posteriormente, a lo largo de los años se han ido investigando la participación de éste proceso y el rol que desempeña en el aprendizaje de las personas, en contextos educativos fuera y dentro del aula, y en la vida diaria. 

El pensamiento crítico se propone examinar la estructura de los razonamientos sobre cuestiones de la vida diaria, y tiene una doble vertiente analítica y evaluativa. Intenta superar el aspecto mecánico del estudio de la lógica, así como entender y evaluar los argumentos en sus hábitats naturales, por ejemplo, el jurídico, el estético y el ético.

Estrechamente ligado al pensamiento crítico y a la lógica informal, está el estudio de las falacias. En los tratados comunes de lógica y en los programas de lógica de los planes de estudio vigentes.  En la actualidad hay libros dedicados totalmente a las falacias, o hay capítulos mucho más extensos en los que se pone énfasis en la importancia de la detección de falacias en el contexto de la vida cotidiana. El pensamiento crítico no se caracteriza como tal en el sentido destructivo o demoledor, sino más bien como un pensamiento reflexivo que fundamenta debidamente las afirmaciones. En palabras de Vincent Ryan Ruggiero, "nos ayuda a interpretar ideas complejas, a evaluar las evidencias a favor de un argumento, y a distinguir entre lo razonable y lo no razonable". Para ello, diversos textos han ideado novedosas técnicas para analizar la estructura de los argumentos en términos de estrategia más que de esqueleto simbólico. El pensamiento crítico, en síntesis, ha devuelto los argumentos a su hábitat natural.

La afirmación se refiere de manera precisa a los escenarios educativos formales, en los cuales se hace énfasis en lo que los estudiantes deben saber en cada grado o nivel escolar y se ignora el modo en que éstos se pueden apropiar de lo que los maestros enseñan. A mediados de la década de los años setenta y durante los ochenta se desarrollaron y consolidaron importantes líneas de investigación en torno a modelos y estilos de enseñar a pensar. Las referencias aluden principalmente a Estados Unidos y algunos países de América Latina.

A manera de ejemplo se menciona una organización no gubernamental de Estados Unidos, la Asociación para la Supervisión y el Desarrollo del Curriculum y la Instrucción, establecida en Alexandria, Virginia, publicó hace diez años un importante trabajo en el que se exponían una serie de aportaciones acerca de campos de estudio más o menos delimitados y propuestas específicas de enseñanza del pensamiento. A partir de aportaciones compiladas en este tipo de obras editadas que ahora pueden ser consideradas como clásicas en el tratamiento del tema, se da cuenta de los dominios que se advierten en la investigación sobre la enseñanza del pensamiento, así como en la referenciación de experiencias de programas para enseñar a pensar.

El pensamiento Crítico es definido actualmente como un proceso activo, persistente y minucioso que implica un impacto considerable sobre algo o alguien. 

  • Es activo porque implica autorreflexión, autocuestionamiento y búsqueda de distintas fuentes de información.
  • Es persistente porque implica invertir tiempo para tomar una postura o decisión,
  • Es minucioso porque se requiere de un análisis detallado de la situación y de elementos que la conforman.
  • A esto se le agrega, necesariamente, que implica “pensar en lo que se está pensando”; es decir, requiere que el individuo este consciente de sus propias estructuras del pensamiento, habilidades/debilidades de su razonamiento y del proceso que se está ejecutando al pensar críticamente.

 El pensamiento crítico se vincula de manera importante con el aprendizaje de los estudiantes, pues a mediano y largo plazo su adquisición promueve que los alumnos se vayan haciendo, paulatinamente más autónomos en su proceso educativo. Es decir, provee de herramientas al estudiante para saber el por qué y para qué de lo que aprende; así como también, contribuye a que el estudiante logre identificar aquella información correcta de la que no la es; en otras palabras, desarrolla capacidades para reconocer y diferenciar argumentos bien sustentados, sólidos y justificados de los que no lo son.

De igual manera, en la medida que disminuye la credulidad y pasividad de los estudiantes frente a la información que reciben (gracias al desarrollo del pensamiento crítico) los métodos y estrategias de aprendizaje, usados por estos, también se modifican, pasando de ser memorísticos a interpretativos y cuestionadores.

Por último, el conocer la utilidad de los conocimientos que se adquieren, en la escuela, identificar la solidez de sus contenidos, las diversas fuentes de información de las cuales se obtiene y los distintos puntos de vista que puede existir en un mismo campo; favorece a la generalización de los aprendizajes. En pocas palabras, el pensamiento crítico contribuye a que el estudiante puede trasladar y aplicar lo aprendido en la escuela a cualquier otro ámbito de su vida, logrando así uno de los objetivos fundamentales de la educación escolar.